

Cuando me obligó a ponerme de espaldas, me temí lo peor. ¿Sería este mi primer anal? Había fantaseado tanto con uno, estaba cada noche presente en mis sueños más húmedos, pero de ahí a vivirlo en carne propia había un gran paso. - Quédate quieta, culo bonito, me dijo el sujeto A. Yo obedecí, no estaba el horno para bollos, me habían privado de mi libertad, y en esas condiciones sólo podía suplicar, suplicar que el castigo fuera leve. Para mí sorpresa se acercó a mi y con suavidad me bajó las bragas.. ¿Quieres más? Envía Tip